Desde las trincheras, con las bolas silbando.

Camina despacio. Intenta no hacer ruido. Párate y escucha. Quizá no estés solo y tras esas malezas esté lo que andas buscando. Se frio, permanece atento. No te distraigas o podría salirte caro. Ahora lo has visto. Es descuidado y se mueve. Muevete por su flanco, hacia él, despacio, sin perderle. Cuando cometa el siguiente fallo estarás allí para recordárselo.

viernes, febrero 03, 2006

M79 Blooper

Que bonita que es.
Reconozco que es poco práctica pero me encantaba. Me la compré por mero capricho.
Sabía que su utilidad era muy reducida, más que nada por el coñazo del mantenimiento/carga de las dichosas granadas.
Compré de segunda mano dos granadas. Una se estropeó al poco tiempo pero la otra aguantó. Soltaban 24 bolas a la vez en medio de una nube de gas y un sonido peculiar entre piedra grande que cae al agua y estallido de bombilla (a ver si sois capaces de imaginarlo).

Este trasto está construido en madera y metal menos el cañón y tope de la culata que son plástico duro. En estética es una réplica de alto detalle de la real, incluido su sistema de miras tán peculiar.
Su funcionamiento es de lo más sencillo; con el gatillo accionas un resorte que transmite la presión del dedo al accionador de la granada. Y ya está.

La verdad que me lo pasé muy bien jugando con ella, aunque en realidad nunca llegue a eliminar a ningún contrario. Lo más cerca que estuve fue aquella vez en que salimos a la caza del topo.

Precaución, batallita:

Aquella mañana el equipo que defendía había eliminado a todo el equipo contrario menos uno; Topo. Yo defendía junto con mi equipo la loma y llevaba ya un rato observando al único contrario que restaba por eliminar.
Estaba allí quieto, tras un cúmulo de matorrales y algún arbol más alto. Hacia un tiempo que había llegado a esa posición y permanecía inmóvil, observando en mi dirección, muy bien camuflado en las sombras del follaje.
Si no le hubiese visto llegar lo habría pasado por alto.

En estas andaba yo cuando llegó Greywolf (Grey, vaya). Le indiqué la posición del enemigo y decidimos darle caza.
Avanzamos hacia su posición uno de frente y otro abierto por la izquierda, sin perderle la cara hasta que llegamos a distancia de disparo y empezó el tiroteo.
La maleza le protegía muy bien de nuestro fuego (¿O habría que decir nuestro aire?) y se defendía bien.
Vimos que no era buena manera de darle caza y pasamos al plan B; mientras que Grey le entretenía manteniendo el tiroteo con él yo le flanquearía por la izquierda hasta situarme en una posición favorable para eliminarlo.
Era un plan cojonudo pero, como en casi todos los planes, suele haber retoques de última hora del compañero Murphy y otros factores (como mi síndrome del dedo flojo).

Asique allí estabamos, dispuestos a terminar aquello de la mejor forma posible. Había llegado el momento de eliminar al enemigo y estar en casa a la hora de tomar la leche con galletas.

Dejé en el suelo el chopo. Descolgué la blooper de la espalda y avancé sigilosamente trazando un arco por la izquierda, de forma que dejase a Topo en el centro, hasta llegar a sus 5, donde decidí entrar a por él.
Pero cual fué mi sorpresa que, cual cervatillo, aparece Topo saliendo de entre los matorrales, corriendo como alma que lleva el diablo. Desconozco si se olió el flanqueo o simplemente decidió replegarse, pero allí estaba él, mirando de reojo hacia atrás y sin haberme visto.

Abrir mucho los ojos, intentar afirmarme en el suelo, encarar la blooper, apuntar a la figura borrosa de Topo y disparar fue todo uno.

Ay amigos. Cuan cruel es el devenir del destino que hizo que, cual hoja otoñal, cual pajarillo tembloroso, mi trémulo dedo apretase de forma insegura aquel frio gatillo.
El sonoro disparo pilló por sorpresa a Topo que no se esperaba encontrarme allí. Y mucho menos apuntándole con un tubo del que salía una nube de gas y bolas.

Había fallado un disparo de una granada de 24 bolas a no más de 10 metros.

Me acuerdo que se giró de lado. Y también me acuerdo de su cara de sorpresa.
Pero de lo que más me acuerdo fue de aquel preciso instante en el que, consciente de que había fallado el disparo, pensé allí parado;
-"Ostia. Acabo de cagarla, no tengo más disparos, mi chopo está a 50 metros de aqui y el tiene un fusco en las manos."-
También me acuerdo que Topo, menos mal, siguió corriendo como alma que lleva el diablo, cuesta abajo. Me imagino que la sorpresa y confusión le impidieron pararse, darse la vuelta y meterme un cargador en la chepa. Cosa que me merecía, por empanao y torpe.

Asique yo, muy politicamente para el caso, díme media vuelta, tomé las de Villadiego y si te he visto no me acuerdo.